martes, 25 de diciembre de 2007

Estranbóticos del silencio


Ruido, solo oía ruido por todas partes.Ella se pregunta cada día si fuera de todo este ruido existe algo más. En la fábrica se repite el proceso una y otra vez, ruido de las máquinas en funcionamiento, ruido de las tuberías oxidadas, ruido de la gente que murmura, ruido de los hierros golpeando contra otros hierros, ruido masticando ruido. Se oye la sirena, un pequeño descanso para vivir, un bocadillo envuelto de aceite que chorrea de la lata que ha comprado esta mañana en el supermercado a primera hora, justo cuando se han encendido las luces, no las del cielo, si no las de las lámparas fluorescentes. Ruido al comer, cuando el tiempo corre en el reloj de la fábrica, se oye la sirena, pasos que aceleran, de vuelta al trabajo, hasta el atardecer hasta que el día se haga oscuro. Son las nueve y media, así lo marca el nuevo empleado, motivado, abducido, conformista de la primera planta, es hora de marcharse, ruido de puertas que se cierran como si fueran para siempre.
Ella camina de vuelta a casa, todo se convierte en sonido, el crujiente de las hojas de otoño, de esta ola de frío que golpea los dientes, de los niños que corren y llegan tarde a cenar, del paso lento, de la brisa del viento, de los coches parados, de los pájaros que vuelan sin cantar, de los bancos vacíos, de las flores inquietas, de la noche que se aparece sin preguntar. Todo se convierte en sonido en un envolvente hilo musical que duerme los oídos y pensamientos extraordinarios y deja al mundo en ruido, ruido que se escucha por todas partes

1 comentarios:

Blogger Y. ha dicho...

Tanto ruido te tiene que volver loca..¿no? Es mejor las cosas silenciosas, y puntualmente ciertos sonidos. O bueno, los sonidos bellos esos cuantos más mejor.

:**

26 de diciembre de 2007, 4:36  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio