martes, 20 de agosto de 2013

Decidi cambiar mis preguntas


Decidió cambiar algunas de sus preguntas, hace tiempo que se convirtieron en respuesta, y las cuestiones se transformaron en algo mas que en una simple duda. Camino por distintos lugares, todos parecidos, cambiando algunos matices pero siempre con un mismo resultado. Aquel verano, se convirtió en lo esperado, una ola de calor inundo su cabeza hasta la extenuación. Sentada bajo los arboles impropios para el sol abrasador, recalentaba las razones que le habían llevado hasta allí, el trafico lento de su mente le había causado un atasco en alguna parte de su cerebro, llevándole a a la sencilla razón de su existencia. Era feliz así, sin demasiadas convicciones, con el éxito entre sus dedos, mientras escribía en las terrazas donde regalaban tormentas frescas. Y su mente despertaba, aclarando las nuevas preguntas trazadas por algún maléfico plan del destino, estaba contenta así, desafiando las dudas,estrechando la mano a la llegada del próximo minuto. Saco de su bolsillo a Madame Curie, enganchada a su extraña y bella radiactividad , a su Pierre, a su vida. Y su encuentro con Marie se convirtió en un largo paseo por los asfaltos de arena, Curie se embriagaba con las flores, ella con la inusual frescura de las olas del sur. Se unían los tiempos, los años se comprimían en tan solo un siglo vivido para toda la humanidad. Persistía el amor, un amor que no lo mata ni el uranio ni el polonio, un amor que esta lleno de preguntas sin respuesta.

viernes, 26 de abril de 2013

Marisol y un pez llamado Ricardo

Vive en un mundo súper poblado, demasiada gente poco espacio, Marisol quiere ser astronauta, para salir de veraneo fuera de la tierra, durante el mes de marzo se cosió la chaqueta y el pantalón pero todavía le falta el casco, espera que su pez naranja se canse de dar vueltas en su pecera, pero Ricardo, no es un pez cualquiera, a veces se queda pensando con la cabeza fuera del agua, como si le interesara saber lo que sucede en la tierra, hace un estudio sociológico breve, guarda algún dato relevante en su cabeza, y vuelve a sumergirse de nuevo en el agua para seguir dando vueltas hasta el próximo dia.¿Cuanto tiempo vive un pez?, se pregunta cada mañana Marisol,yo quiero irme de vacaciones,cansada, con los tobillos hinchados, mira a Ricardo por el cristal algo empañado, pero parece que Ricardo tiene para rato. Marisol entiende que la vida es un ciclo y que la naturaleza es la que dicta cuanto tiempo estamos aquí. Por eso, aunque no tenga el traje completo y le falte el casco,Marisol quiere ser astronauta,hace poco se ha cosido las botas y ensaya los movimientos por la sala, levanta despacio una pierna y después la otra como si la ingravidez se hubiera instalado dentro de su casa, y durante un instante siente que se ha ido de vacaciones.
Ricardo, no tiene memoria de pez, por eso entiende lo que Marisol desea, hoy ha sacado de nuevo su cabeza para poder observar el mundo, pero esta vez tiene un plan pensado, hace poco haciendo un calculo exhaustivo, Ricardo supo que saltando a una velocidad de 45 km hora llegaría al jarrón de flores postrado encima de la mesita que esta al lado del sofa y así por fin Marisol podría irse de viaje. Y así fue, Ricardo, saco su cabeza de pez, miro con cierta añoranza el fondo de la pecera y de un gran salto se marcho a su nuevo hogar lleno de flores silvestres. Aquella tarde Marisol volvió a casa como cada día, se acerco a la pecera y se asusto al no ver a Ricardo, pero este no era un pez cualquiera, y sabiendo que ella se asustaría al no encontrarle,le dejo un dibujo explicativo de su plan creado con las piedras que vivían en el fondo de la pecera. Marisol no pudo evitar echar unas lagrimas, pero por fin su sueño de ser astronauta se iba a cumplir. Cogio la pecera y la lavo hasta dejarla transparente, se puso el traje y las botas y con la excitación invadiendo su cuerpo metió su cabeza en la pecera y Marisol por fin se fue de vacaciones. 

jueves, 25 de abril de 2013

Verano raro (Cien publicaciones)

             

Tengo la certeza
que cuando piensas
todo da vueltas
aunque los lugares
ya no vuelvan a ser lo que eran
es un tiempo desorbitado
el aire en el que se vive
oxigeno parado
y tu que eres
y ahora fuiste
una luz que no se va
el brillo que tu nos das
resiste
Tengo la certeza
que hay personas que no permiten
y viven cerca de su pasado
presente triste
Ahora todo ha cambiado
sin ti todo es raro
algo se ha estrellado
dentro de aquí
Y te llevaste
y nos dejaste
un frío invierno
cuando es verano
verano raro
sin fin
Pero llegaste
y nos hablaste
aunque te fuiste
dejaste claro
que estamos hechos
de ti
Tengo la esperanza
de que allí
también seremos libres
volveremos a viajar
por el universo que nos dice
que ahora
tenemos
la obligación de ser felices
Por eso
tu que eres
y ahora fuiste
una luz que no se va
el brillo que tu nos das
resiste

jueves, 18 de abril de 2013

Memoria (Historia de un recuerdo)


Ese día comenzó a correr, pero iba lo suficientemente despacio como para contemplar el paisaje que dejaba atrás. Durante un tiempo se habia instalado en una especie de jaula oxidada donde almacenaba los mejores pensamientos. Habia alguno de su niñez que apenas recordaba, creo una pequeña historia con los objetos y pistas que la vida le iba descubriendo. Imaginaba aquel lugar caluroso y sombreado por los grandes arboles de la ciudad que bailaban al son del viento y en su memoria guardaba el recuerdo borroso de una mujer de manos grandes que acariciaba su pelo. Por aquel entonces su cabello era de color rubio, una maraña de trigo quemado que se posaba en su cabeza. Sus pies jugaban a pelearse, formando un movimiento irregular de péndulo, igual que el reloj postrado de la pared de su casa, no recordaba con claridad si había vivido en un hogar, pero si sabia que la lluvia fortuita de abril nunca llego a mojarle, eso le hizo suponer que tuvo la suerte de admirar cada diluvio tras la ventana de los grandes edificios que invadían la ciudad. Mientras corria, a lo lejos diviso a un hombre que sujetaba un pequeño lápiz gastado en su boca, antes de que pudiera distinguir aquella figura pensó que se trataba de su padre, o quizá era su abuelo, ni si quiera recordaba si había conocido alguno, el hombre alzo su brazo y le saludo efusivamente, intentando animarle en su travesía, este le respondió con otro saludo también, y juntos intercambiaron sonrisas haciendo de la vida un instante de felicidad. 
Durante días corrió sin objetivo, a veces dibujaba algún lugar que se pareciera al sitio de donde partía, pero finalmente aquella idea se esfumaba tan rápido como cuando recordaba el motivo de su huida. Infinitas noches después, creyó oír música, una melodía desconocida que le hacia sospechar que su locura había llegado a poseer su cuerpo, pero a medida que avanzaba, aquella pegajosa canción empezó a conquistar sus pies que no pudieron resistirse al inagotable ritmo de armónica. Estos empezaron a bailar, era un ajetreo incontrolable, casi contagioso para un cuerpo que no pudo resistirse al movimiento. Cuando descubrió que tras la diminuta armónica se hallaba una niña de trenzas largas que permanecía con los ojos cerrados mientras imaginaba alguna aventura divertida que no deseaba compartir, recordó que cerca de su casa, una vez conoció a una niña similar, pero ella no tocaba ningún instrumento, pero si dibujaba en un cuaderno blanco diferentes tamaños de trompetas, tiempo después supo que aquella niña de los dibujos ansiaba tocar aquel instrumento, pero como su padre era un hombre pobre nunca pudo comprarle lo que deseaba, así que dibujaba todo tipo de trompetas y se imaginaba que las tocaba todas a la vez. Siguio corriendo y gracias al fuerte golpe melodioso pudo avanzar mas de lo esperado, y finalmente tras atravesar el invierno y alguna que otra primavera, acabo por cansarse de correr tanto, supo en aquel instante que había llegado a su destino, mientras recuperaba el aliento y su corazón regresaba de nuevo a su lugar de origen, alzo la vista y grabo los diferentes paisajes e historias que había vivido a lo largo de su trayecto, por fin volvía con una maleta llena de recuerdos. Pero un momento después, se percato de que aquel lugar no era desconocido, todo lo que admiraba a su alrededor era exactamente igual que el sitio de donde había partido, cada casa, cada árbol, cada calle que llevaba a otra calle, era la misma ciudad en la que había crecido sin recordar, por un instante quiso llorar, tan fuerte, que apenas podía mantenerse en pie, pero de repente empezó a imaginar cada detalle que había vivido en aquella travesía, eran tantos los paisajes vividos que necesitaría otra vida para volverlos a recordar todos, le invadió una felicidad tan grande que su cuerpo temblaba de alegría, aquel lugar, ya no era un espacio sin memoria, era su nuevo hogar, el que siempre había querido y supo en aquel momento que jamas lo olvidaria.

miércoles, 10 de abril de 2013

Un golpe de suerte


Fueron cuatrocientos golpes, como en la película, aquella que descubrió en el viejo cine del barrio. Truffaut supo entenderla, por eso experimentó desde aquel día cada golpe, y se convirtió en una niña sin soledad. Cuando se sentaba en su banco del parque, la gente la miraba con tristeza, desamparo, incluso llenaban sus tardes con dulces y pasteles caros. Pero ella no comprendía como aquellas personas podían mirarla con compasión ¿Acaso no se dan cuenta de las vidas que ellos mismos viven? Pensaba extrañada mientras saboreaba un rico pastel de arroz que la señora de los zapatos viejos le ofrecía las tardes que se acercaba a admirar el mundo desde su banco del parque.
Cuando regresaba a casa, tardaba un buen rato en encontrar a su madre, y como cada día la descubría arrodillada limpiando algún objeto al que nunca le dio tiempo a ensuciarse.
Ella la miraba sin saber como había llegado hasta allí, a este mundo, el que ella odiaba y suspiraba mientras seguía limpiando, y ella recibía el primer golpe cuando su madre, si quiera la reconocía ni la envolvía en sus brazos, otro golpe tras otro, mientras recordaba a Antoine Doinel y sus cuatrocientos intentos. Ella se miraba en el espejo anclado en lo alto de la pared de su habitación, cogía los pesados libros de antropología de su padre al que nunca llegó a conocer y los amontonaba uno encima de otro hasta formar una pequeña escalera que le llevará al reflejo del espejo que andaba buscando. ¿Cómo es posible ser tan mayor teniendo tan pocos años? Pasó el tiempo y ella se hizo mayor, su madre había muerto aquella mañana de enero, arrodillada frente al mueble apolillado del salón, cuando se acercó a observar su rostro se encontró con una hermosa sonrisa, y ella sintió alivió, un golpe menos, por fin su madre había decidido descansar. Tiempo después, y habiéndose quitado casi los cuatrocientos golpes, viajó por un mundo distinto al conocido, experimentó la idea de vivir como siempre había soñado, lejos de cada golpe cerca de lo que amaba y descubría.
Regresó a su banco del parque pero esta vez no estaba vació, allí se encontró con una anciana temblorosa y cabizbaja. Se acercó a ella en silencio y pudo reconocer los viejos zapatos. Se sentó a su lado, y la observó un instante. Hoy es un buen día para acompañar esta tarde soleada con un rico pastel de arroz ¿Querría compartirlo conmigo? La anciana de los zapatos viejos alzó su rostro y le regaló una sonrisa.

viernes, 5 de abril de 2013

La sombrilla de Clara


Se encontraron un lunes como el de aquel día, Clara se escondía tras la sombrilla que bailaba dentro de su refresco. Hacia calor, un sol agotador para aquel verano de noviembre, llegó tarde, aunque siempre era puntual, el tiempo corre despacio para quien espera impaciente.
Ella nunca llegó, tan solo fue un cuento inventado que arrasa en cada historia de amor, no importa, pensaba Clara ¿Qué tengo que perder? Las derrotas son para los que no viven en este mundo y yo vivo cerca de el, tan dentro, que siempre gano.
Se levantó de su silla de metal, marcando su piel y formando un traje de rayas inesperado. Paseó cerca del atardecer, una brisa asfixiada por aquel verano de noviembre. Eran pocos los paseantes, valientes que caminaban cerca de la orilla del mar, pensantes y aturdidos por aquella ola de calor anunciada en las emisoras de radio.
Clara metió su mano en el bolsillo, intentando encontrar algo que llevarse a las manos, pero allí no había nada, solo una tela gastada y medio rota que asomaba hacia su pierna. Miró tras la ranura de su pantalón y divisó una especie de sombra con forma de sombrilla, algo deformada y derretida, se quedó mirándola, sin parpadear, hipnotizada por aquel movimiento pegado a su piel. Alguien se acercó a ella, no podía ver su cara, el sol se había convertido en un ser egoísta incapaz de entender los encuentros inesperados, como aquel. Clara intentaba encontrar su rostro, y aquella mujer secuestrada por la inmensa luz, agarró su mano y le regaló su sombrilla, aquella que se había posado en su pierna y que daba vueltas en el refresco que había tomado unas horas antes. Te he traído tú sombrilla, le contesto aquella mujer hermosa y amable, hace demasiado calor aquí. Clara miró al cielo mientras sus ojos se cerraban temerosos por los rayos de sol, gracias, le contesto algo abrumada, aquella mujer le sonrío y en silencio emprendieron un nuevo viaje, seguía haciendo calor, un sol agotador para aquel verano de noviembre.

jueves, 21 de marzo de 2013

El lado oscuro de Blanca


Blanca tenía el día oscuro, poco iluminado, ilusionado, acertado, cansada de posicionarse, amaestrarse y adaptarse a un espacio que no era el suyo. Y la noche se venía y con ella una oscuridad tan grande como un devorador nocturno que no puede evitar resistirse todo lo que encuentra. Blanca esperaba un plan durante horas, mientras dormían los asesinos y soñaban las víctimas, pero no se le ocurría nada, en realidad nadie le había generado tanto odio como para realizar un crimen y pensó que mejor fueran otros los asesinos. Y pasaron los años que al final fueron días que se convirtieron en segundos y acabó por matarle la curiosidad que se transformó en una duda cuestionable.
Pero… ¿Como se convierte una en asesina? Era inexperta en aquel sector, jamás se había planteado matar a alguien, y menos encubrir otro asesinato, pero allí se encontraba ahora, con las llaves de su casa que resultaban ser el arma homicida de todo aquel revuelo. Sabía que se enfrentaba a una condena mucho mayor si finalmente participaba en aquel asesinato, pero no las tenía todas con ella, podían jugársela, al fin y al cabo era una novata, una asesina de poca monta que ni tan si quiera tenía consigo un arma verdadera, unas llaves no matan, no asesinan personas, pero si encierran cadáveres y también ocultan pruebas y recuerdos, y yo de esos tengo muchos, pensaba Blanca, mientras el sueño le vencía una noche más.