domingo, 24 de febrero de 2008

La asombrosa historia de una silla que subió a una cama a sentarse a soñar

Esta es la historia de una silla, pero no de una cualquiera, esta es distinta, tan diferente era que soñaba con llegar a descansar y a sentarse algún día. Desde que era consciente, todo el mundo se le había sentado encima, pero a ella nadie le había preguntado si quería ser sentada.
Una mañana fría de otoño el cielo se levanto algo triste, lluvioso, y las pobres patas de la silla se quejaban de la humedad.
-Hoy viene Antonio de visita- pensaba horrorizada. Y así fue cuando el día dejó de llorar apareció tras la puerta de la cocina el gigante y tremebundo Antonio.
- Vengo hambriento y con las piernas cansadas, ¡Maria! ¿Que me has preparado para comer?.
Y la pobre silla pegaba sus débiles patitas en el suelo, con tanta fuerza que se le agrietaban, y ella gritaba desesperada – ¡No por favor¡siéntate en otro lugar. Pero Antonio dejaba caer sin piedad su orondo y enorme culo en la silla.
El reloj del salón esta cantando, ya es media tarde, y la pequeña Roseta estará al llegar de la escuela- piensa la pobre silla aun recuperándose del tremendo golpe del mediodía- dice que quiere ser pintora, y dibujar flores por todo el mundo, grandes, pequeñas, azules, naranjas, de millones de colores. Cada vez que llega de la escuela se quita los zapatos coge una galleta de chocolate que tanto le gustan y me agarra fuerte de la espalda arrastrándome sin piedad hasta su habitación. Y allí como si en su universo solo estuviera ella, se pasa toda la tarde dibujando hasta dejarme cubierta de un nuevo traje de flores.
-¡No puedo más¡-grito desesperada la silla- ¡Hoy mismo me sentaré a descansar y a soñar en la cama¡Y así fue, aquella misma noche, cuando el día estaba durmiendo, se arrastró lentamente hasta la cama del difunto Manolo, ensimismada y eufórica por la gran hazaña trepó hasta alcanzar la cima del colchón. Y allí en lo alto, cerca del cielo, estiró sus cuatro patitas pobladas por unas dulces termitas que le provocaban cosquillas, y por primera vez soñó, sonó con un mundo lleno de sillas que se sentaban a soñar como ella.