viernes, 28 de diciembre de 2007

La maravillosa historia de Alicia y una conversación con su pierna

Alicia no tiene un país ni todos sus días son maravillosos, hace poco tuvo una conversación con su pierna, dolorida, amoratada y encerrada en una cárcel de escayola.
Le pregunta como ha llegado hasta esa situación, pero ella no le contesta, esta herida quizás no le apetezca hablar y elige quedarse somnolienta gracias a una dosis de pastillas bien acogidas en la recuperación.
Es media noche la pierna se queja- ¡Quiero andar!-grita desesperada-antes era capaz de dar grandes pasos, zancadas, corría entre la hierba, en el asfalto duro de la ciudad, por el portal de mi casa y me refrescaba a media tarde en la gran bañera del estanque.
Pero mírame ahora, estoy quieta tan quieta que a veces sentir dolor me recuerda que sigo viva, los pequeños latidos en mis dedos hacen que recuperé mis ganas de seguir caminando. Alicia se ha quedado fijamente mirando al techo su cabeza da vueltas como aquel ventilador acelerado que acaba por liarle los pensamientos. De vez en cuando sonríe como si algún deseo se hubiera colado entre sus labios, sueña con bailar, con llegar al final de la calle, con pasear por su plaza preferida, sonríe mientras sigue soñando despierta.
Esta amaneciendo, la pierna se despierta, motivada, alegre, feliz por el transcurso del tiempo, recordando los pasos, los grandes avances. Alicia se levanta de su silla después de una eternidad, los primeros rayos de sol atraviesan su cuerpo llenándola de decisión. Ella sabe que no tiene un país ni que todos sus días son maravillosos, pero sabe que no existe mejor instante que el que esta viviendo ahora por eso Alicia sonríe y da un paso hacia delante.

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