lunes, 3 de marzo de 2008

La extraordinaria historia de la mujer que dejo de sentir dolor


Y ella no sentía nada, ni si quiera una ligera molestia que le recordara lo sucedido, ella dejó de sentir dolor cuando algo le dolía, en cada golpe, en cada emoción, ella ya no sentía nada. Se pasaba horas perdida en su mirada por si pudiera encontrar alguna respuesta en su interior, pero sus ojos solo alcanzaban a ver los objetos y formas de la habitación. Sus manos se quejaban por no poder expresar, su boca se callaba por no saber que decir, y los pies se cansaban sin saber a donde ir. Todos ellos se lamentaban de sufrimiento pero ella no sentía dolor cuando algo le dolía, y su cuerpo lloraba, tanto que aquella mañana, se inundó la habitación, los muebles flotaban dando vueltas indecisos y se tropezaban con otros objetos desorientados en busca de algún lugar donde quedarse. Las manos le lloraban sus piernas se agotaban de pena y su pelo largo y luminoso que abrigaba sus pensamientos se expandía por los rincones, pero ella seguía sin sentir dolor cuando algo le dolía y allí en mitad de aquella hermosa tormenta se encontraba más bella que nunca, dormida en su gran lago de las lamentaciones bañando su piel entre tanto dolor desconocido. Y cuando menos parecía que iba a ocurrir, sucedió un milagro, la puerta se abrió lentamente y todo estalló en un gran mar de lágrimas, entre tanta sensación acumulada apareció de repente su dolor.
He vuelto- le dijo dulcemente- se que no me recuerdas pero yo también soy parte de ti, de tus emociones, de todo aquello que te hace tomar decisiones, no soy enemigo de tu amor, si no un aliado de tu vida.
Ella le escuchaba en silencio sentada en la húmeda madera del suelo, atenta aquella extraña presencia que comenzaba a sentir suya. Miro sus manos y reconoció su tacto, acarició su cuerpo y sonrío como si ella misma hubiera sido su gran descubrimiento, el más hermoso de todos. Caminó lentamente hacia a el y allí envuelta de una inmensa calma abrazó fuertemente a su dolor y por primera vez en mucho tiempo comenzó a sentirlo parte de ella cuando algo le dolía desde el corazón.

3 comentarios:

Blogger ZenyZero ha dicho...

El dolor es un espejo que sólo refleja nuestra alma.
Añicos de nostalgia, o de sueños, o promesas imposibles,que la vida recompone para reflejarnos desnudos a cada instante. Tal cual, como si cada instante fueran todas las mañanas en las que quemamos nuestros sueños en
la hoguera del amor y la ternura que la almohada nos prestó.
Roto y rehecho nos devuelve el reflejo de lo que seremos al instante siguiene.

El dolor es tan nuestro como nuestra saliva, que de nada
sirve escupir; que molesta, pero que molestaría más si no existiera; que compartes en un beso que termina en un adios infinito; que brota de unas glándulas misteriosas; que te tragas para disimular; que huntas en las heridas; que mezclas; que disuelves.

Y vuelve cuando creías que te era ajeno. No deja de ser quien es sólo porque lo ignores, o porque lo olvides por un tiempo.

Es muy cierto. Somos como la mujer de tu relato.
Yo, por lo menos. Me creí inmune e imbecible, pero regresó para recordarme quién soy.

Y tengo miedo. Y dolor.

3 de marzo de 2008, 14:58  
Blogger ZenyZero ha dicho...

uyy. Se me olvidaba... chuff!!

Y chuff!!

3 de marzo de 2008, 14:59  
Blogger HeLeN ha dicho...

hay veces que ya ni siento dolor,,
tanto sufrimiento...que ya me abandonó,,¡
---

me gusta mucho tu historia¡¡esta genial¡
nunca habia leido algo asi,,

he leido alguna entrada más, y me parece que escribes genial¡¡
eso está bien,
yo también escribo de vez en cuando muy a menudo,
es una buena forma de sacar lo que las palabras no pueden expresar¡..

genial¡¡

un saludo¡¡

*-*eLe*-*

www.fotolog.com/gelenitaparla

20 de noviembre de 2008, 13:38  

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